viernes, 5 de octubre de 2012

DIAS CAUTIVOS

Lunes de galletas en el horno.
café. Celular prendido y taza humeando.
cada objeto se volvió ámbar.
/En la Schlossplatz Stuttgart la fuente moja el aire/
A las seis, sabías que ya no te llamaría.
Te asomanste a la ventana
y viste una parvada de gorriones rojos.

/Alguien se arrojó a los rieles del metro de Tokio/

El tiempo no se detiene.
¡No te llamará!

Me disfrazo de diminutas y lacerantes venganzas

Martes. Te resolviste a llamar. Las vías del tren son cuchillos perdidos
en la arena del desierto.
Las yemas humedecidas de sudor. Tu estómago recuerda
la caida en
la montaña rusa. Teléfono fuera de servicio.
Miercoles. Te llega un mensaje inexpresivo. El sonido de tu frustración
iba y
venía por el pasillo, rayando los muros con sus zarpaz.

Tu aliento es una nube ácida

Jueves. hoy no saliste. El gris es tu paisaje. El teléfono está condenado
a muerte. Te sientes al límite y agotada. A través de ventana un transeúte
perdido
-de camisa roja- intenta saber cómo se llama la calle. Camina despacio
sin saber a
donde ir. Tu mirada es una garza que posa su silueta. No diriges tus
pensamientos, dejas que ellos lo hagan.

Me alimento de la congoja de tu voz

El teléfono ya no es de nadie. Ya no lo escucharás, se extinguió la hipnosis.

El pavimeto arde. Tu teléfono cae hasta rebotar en pedazos contra la
banqueta.
Los automóviles terminan el trabajo. La voz de Saúl queda adherida a un
neumático. El
hombre perdido de camisa roja mira atónito hacia tu ventana. Miras de nuevo
hay
muchos hombre de camisa roja.

Llamarás...

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